Dentex 5.0, preludio de la tormenta

Ya había perdido un par de dentones gordos en la misma zona. La poca profundidad era territorio ganado para el pez. Sin embargo, hoy no tenía ni pensamiento de sacar un dentex. Hace un par de días al coger el kayak para levantarlo y colocarlo en la baca, un chasquido en la espalda me dejó tocado, aún así ya había quedado con Tornicón y me apetecía mucho tocar una nueva marca en Camposoto.

Han pasado 48 horas. Sabía que una salida corta como la de hoy podía ayudar a estirar la maltrecha espalda. No llevaba GPS, ha debido coger humedad y me falla la botonería, tampoco bichero, he sacado el kayak ‘surfero’ y no tenía demasiado espacio. En definitiva, que iba preparado para unas jurelas, bailas o algo así, de hecho exceptuando mi engaño favorito, el resto eran muestras de poco porte.
El día amaneció nublado con un poco de viento sur casi imperceptible pero que hacía picar el mar levemente. A mí eso me gustó. Un poco de movimiento es bueno en mi opinión. El conocimiento absoluto de la zona (a base de millas y millas de currican) hizo que me olvidara de la electrónica. Al llegar, un cambio de color en el fondo (de arena a rocoso), unas agujas al parecer huyendo de… algo, y el rápido cambio de muestra (de x-rap sardina a tormentor plata) propiciaron la picada. La presentía, no sé porqué. No había visto bolos por ningún sitio, ni pajareras, ni nada. Tenía pinta de regreso de vacío, pero de repente una especie de silencio al cambiar el rumbo e ir a favor de las olas y contra corriente, le dieron un movimiento a la ‘dama de noche’ que resultó mortal para el… ¿dentón?.

La picada fue violenta, una huida rápida que me sacó unas decenas de metros de hilo, pero esta vez no, querido, trabé el freno, y empecé a llenar de nuevo el carrete muy deprisa, sabía que estaba arriesgando pero otra vez no me lo podía permitir… El combate fue más rápido de lo que pensaba, pude acercarlo en, literalmente, dos minutos y una vez cerca del casco varias sacudidas hacia el fondo… Al mismo tiempo, respirando hondo, recordé que no llevaba bichero… mierda! No tuve más remedio que intentar cansarlo y que me enseñara la barriga. Estaba bien comida la muestra, menos mal, porque los cabezazos eran brutales, la caña muy doblada y más sacudidas, hasta que por fin tuve su cabeza a tiro de mano, así que sin dudar le metí los dedos por las agallas y lo enganché.

En ese instante sonó un petardazo que provenía de Torregorda…. ¡¡¡Bummmm!!! Acababa de subir el dentón a bordo. Gracias infantes, había sido como un aplauso… a su manera.
Hay días que salimos hiperpreparados soñando con la gran captura y otros días que casi sin quererlo se consiguen. Es la grandeza de este deporte. Un saludo a tod@s.

Isidro Santamaría «Bahio»

Equipo Apeská, Septiembre 2010.

~ por Apeská en 16 septiembre, 2010.